Una pica en la Cartuja

Los empresarios del PCT siempre han temido las consecuencias de una integración en la ciudad

El director general del Parque Científico y Tecnológico Cartuja, Luis Pérez, ha declarado tras la cumbre convocada por el alcalde para informar sobre el convenio con la Junta para la recalificación del Canal de los Descubrimientos que el «desbloqueo» de la citada parcela es una «magnífica noticia» para los propios empresarios «porque permite, por fin, que la puerta de entrada al parque, la transición entre la ciudad y el parque científico, esté a la altura de lo que es el contenido empresarial y de investigación que hay en La Cartuja».

Se nota que Luis Pérez carece de memoria histórica sobre la Exposición Universal y Cartuja-93, nombre primitivo del Parque Tecnológico muchos años antes de que se le antepusiera el calificativo de Científico.

Tras la finalización de la Muestra Universal, el recinto de la isla de la Cartuja debía ser una especie de Doñana reservado en exclusiva a la Investigación + Desarrollo (I+D, a la que luego se le añadió la i minúscula de innovación) y a los «batas blancas» que la protagonizarían en laboratorios de carácter público o en el seno de empresas privadas, conforme al proyecto que acuñó el que luego sería ministro de Universidades, el teórico Manuel Castells.

Ese purismo fue el que provocó el rechazo generalizado cuando en el año 2002 los técnicos de la Oficina que estaba redactando el proyecto de nuevo Plan General de Ordenación Urbana, finalmente aprobado en 2006, presentaron un informe con la propuesta de construir 1.400 viviendas a lo largo de la avenida de Carlos III, en la isla de la Cartuja. El actual presidente de la Autoridad Portuaria, Rafael Carmona, puede dar fe de ello, porque entonces era el delegado municipal de Urbanismo. A Carmona lo persiguen allí por donde va el puente de hierro y las viviendas, o al revés.

Una vez liquidado el PA del gobierno municipal, el sucesor de Carmona al frente de Urbanismo, Emilio Carrillo, siguió erre que erre con la idea, e hizo declaraciones de este tenor: «Ineludiblemente, el Plan General de Ordenación Urbana que está en tramitación incluirá viviendas en la Cartuja, tal y como recomendaba el Plan Estratégico y se ha aprobado en Pleno. La construcción de viviendas en la Cartuja -la mayoría de promoción pública-, permitirá una mayor integración de la isla en la ciudad y evitará que el vacío de actividad que se produce en este recinto durante los fines de semana conduzca a que en ese tiempo se produzcan «actividades marginales, delictivas» por el abandono en el que queda la zona».

La reacción de los empresarios del Parque Tecnológico fue que presentarían alegaciones contra el PGOU porque no querían viviendas en la isla y sí más suelo tecnológico. En aquel toma y daca, el delegado planteó la posibilidad de calificar 400.000 m2 para usos tecnológicos y al menos 100.000 para usos residenciales. La idea de las viviendas, que fue calificada de especulativa, no prosperó, y así hemos seguido hasta hoy.

Vista general del antiguo recinto de la Exposición Universal

Con ese mismo argumento de favorecer la integración de la isla en la ciudad, se habló de eliminar todas las vallas existentes, la mayor parte desde la Expo, pero otras, posteriores, con las que se copió el modelo implantado durante la Muestra Universal. Casi un decenio transcurrió sin que se alterara el ‘statu quo’. Cuando el Ayuntamiento volvió a la carga con el tema de retirar las vallas, empezando por las de la avenida Carlos III, que se tomaba como el laboratorio urbano de la isla, Cartuja 93, la entidad gestora del Parque Tecnológico, puso como condición que la Policía se trasladara a la isla y que además se establecieran medidas de seguridad alternativas para las empresas allí instaladas. Gran parte de las vallas han seguido hasta hoy.

Con la manida invocación a la necesidad de integrar la isla que albergó la Expo (calificada en su tiempo por Manuel Del Valle como «un hecho exógeno a la ciudad») en Sevilla, también se habló a lo largo de los años de la necesidad de dotar a las desiertas avenidas de servicios como bares, kioscos, restaurantes, porque especialmente cuando llegaba la noche allí ni había nadie ni nada a donde ir.

Los empresarios pioneros de la Cartuja no querían oír nada sobre ese tipo de servicios complementarios porque tenían horror a que la movida nocturna se trasladara a la isla y se convirtiera en otra meca para las botellonas.

El resumen histórico del Parque Tecnológico es que los empresarios se han sentido muy bien en su aislamiento y lo han defendido a capa y espada frente a las «amenazas exteriores» de convertir el recinto en un conglomerado de todo tipo de actividades, en un barrio más, como otro cualquiera de Sevilla, y perdiera así su sello distintivo de espacio de calidad y heredero de la Exposición Universal, centrado única y exclusivamente en la I+D.

EL «DESBLOQUEO»

Por eso sorprende aún más que el director general del PCT Cartuja se muestre entusiasmado con el «desbloqueo» de la recalificación del Canal de los Descubrimientos para que en vez de empresas de servicios avanzados se instalen allí otras de tipo terciario y usos compatibles como hoteles, restaurantes, comercios, bancos…Vamos, que se corre el riesgo de sustituir el Canal por un Lagoh.

El ejecutivo no emplea el lenguaje de antaño, aquello de la «integración isla-ciudad». Lo ha sustituido por «transición entre la ciudad y el parque», dando por hecho que el Canal no forma parte del proyecto científico y tecnológico y debe ser la pica que ponga Sevilla en el antiguo recinto de la Exposición.

El Canal de la Expo, abandonado a su suerte por la Junta de Andalucía

Luis Pérez incurre en una flagrante contradicción cuando ha añadido lo siguiente: «Estoy convencido de que la grandísima mayoría del suelo va a ser ocupado, porque tengo datos que así lo avalan, por conjuntos de empresas tecnológicas científicas o centros de investigación –nuevas empresas o sedes mayores de firmas que ya están en Cartuja y que están demandando cada vez más espacio–, lo que no supone que también se pueda permitir el uso para otro tipo de actividades. El parque necesita suelo. Este proyecto -continuó- va a permitir que haya nuevo suelo activo, como ya se hizo con las parcelas del pabellón de Japón, de Israel o de Austria, que están albergando nuevas empresas y estamos convencidos de que el futuro del parque va a ser así».

Si el director general del PCT Cartuja dice tener por su cargo datos que avalan que «la grandísima mayoría» del Canal va a ser ocupado por empresas científicas, tecnológicas y centros de investigación, ¿qué necesidad hay de recalificar el espacio para pasarlo de servicios avanzados a usos terciarios y compatibles y construir hoteles y similares?.

Ninguna.

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